Contra el republicanismo nostalgico y sus sucedaneos


Ay amigos, cuan fácil es salir a la calle a ondear una bandera y gritar que se jodan los Borbones, pero cuanto más difícil es elaborar proyectos sobre la mesa de cómo habrá de ser la III República. La verdad es que si la cosa sigue de esta manera yo ya voy a dejar de ser partidario de la III República pues está claro que el socialismo va a venir con la cuarta, o quién sabe si con alguna posterior.




La II República española fue un Estado capitalista, un Estado capitalista y colonialista fundado por una burguesía que, por fin, se hayaba en condiciones de completar la transformación de España, de páramo semifeudal en un país capitalista moderno, con una potente clase media y unas instituciones avanzadas. El modelo para España no era la Unión Soviética, como los charlatanes de la ultraderecha cavernícola española dicen, era por contra Francia, si omitimos el centralismo etnicida del país vecino y le aplicamos un sistema de vertebración autonómico que se parece bastante al actual.


La II República fue un régimen tan poco revolucionario que incluso padecía algunas de las vergüenzas propias del actual régimen de la Transición. Así pues la II República tampoco juzgó a los responsables de la dictadura de Miguel Primo de Rivera y en buena medida hubo de padecer muchas instituciones heredadas de este, que a su vez venían de más atrás, como era el caso del caciquismo rural, auténtica red de dictadorzuelos municipales que imponían su ley sobre toda la población.


La bandera republicana fue, además, la bandera bajo la cual se mantuvo un régimen colonial en Guinea Ecuatorial, parte de Marruecos y el Sahara Occidental.


Durante los años 20, para colmo, España había visto crecer dentro de si a otra casta parasitaria que impedía su desarrollo como Estado capitalista moderno, la casta militar de los africanistas, auténtica elite de chusqueros que pretendían desangrar al país en su propio Vietnam como era la Guerra de África, simplemente para poder ascender rápido y acabar codeándose con el poder. Y todo esto obviando el sufrimiento de los pueblos colonizados del norte de África. Y fue esta casta como un puñal con el que dificilmente tuvo que lidiar la República hasta su amargo final.


Pocos recuerdan también que muchos, aunque no todos, los militares que enterraron en una orgía de sangre a la II República, fueron precisamente quienes ayudaron a que esta naciera. Un caso fue el de Gonzalo Queipo de Llano, que pasó de ayudar a la llegada de la República a arengar a los violadores de la Legión y de la Falange por Radio Nacional de España.


La Segunda República española era ni más ni menos que un escenario en el que cualquier opción cabía, incluída la ultraderecha de la CEDA o Falange. Bueno, cualquier opción no revolucionaria, pero es que para la aristocracia feudal y las castas militar y clerical de este país no hace falta ser Salvador Allende para que le hagan contrato a Pinochet, les basta con que seas Franklin D. Roosevelt. ¿Acaso cabe en mente alguna la idea de que Manuel Azaña fuera Marxista? ¿Acaso alguien ha leído las reformas emprendidas por Largo Caballero, el supuesto Lenin español? ¿Nadie se ha dado cuenta de que las medidas sociales de la II República, todas ellas positivas, no solo eran compatibles con el capitalismo sino que hoy en día serían más que insuficientes? Pero si hasta los gobiernos derechistas de Francia habrían considerado razonables esas medidas. Y si alguien tiene alguna duda que clicke aquí para leer el programa del Frente Popular. La república en si no es más que un Estado en el que la jefatura del mismo se somete a plebiscito, y ya está, pero en si no es garantía de nada. Y es que en un país oscurantista, semifeudal y atrasado como España es muy fácil parecer un comunista por querer que haya escuelas públicas, del mismo modo que alguien que sepa hacer fuego con unos leños en una tribu paleolítica podría quedar a la altura de Isaac Newton.


Muchos olvidan que la II República, si fue defendida por los comunistas fue porque estos participaban en un gobierno burgués cuyo único fin era el de impedir que los fascistas conquistaran el poder por las buenas como en Alemania. Olvidan que la II República era para el pueblo trabajador español no un fin sino un medio, no un proyecto sino un mal menor, no un Estado socialista ni presocialista sino un Estado burgués contrario al fascismo, como lo podrían ser los sectores burgueses de la Resistencia francesa, entre ellos en General De Gaulle.

Muchos olvidan que Franco, en sus primeros comunicados militares tras el golpe de Estado, llegó a firmar con un Viva la República y Viva España. Olvidan que su bandera fue la tricolor y que esto solo cambió por interés de los sectores monárquicos.



La III República española, al paso que va, puede acabar siendo otro aborto más de nuestra historia, es un proyecto emborrachado y cirrótico de parafernalia fetichista, de banderitas, de nostalgia y de idealismo romántico. Banderas hasta la nausea, Himno de Riego, Ay Carmela, consignas republicanas, noticias sobre el Caso Noos, elefantes y fotos del Rey con Franco. Muy bien, ¿y ahora que hemos identificado al enemigo nos va a decir alguien cómo demonios ha de ser la III República? ¿Tiene alguien la más sencilla propuesta, aunque sea una fantasía personal para empezar a debatir algo?